El ataque político
Uno de los secretos mejor guardados de la estrategia de ataque en la política.
¿Cuándo atacar en política? Esa es una de las preguntas que nos hacemos cuando formamos parte de un partido o una marca política. Además, tan importante es el cuando como a quién dirigir nuestro ataque. La vida pública e institucional está expuesta constantemente a embestidas en forma de comunicados, falsedades, acciones del adversario político, incluso ataques de carácter interno en las organizaciones.
Se ataca sin contemplación en muchos casos y es que la política tiene en su ADN eso que llaman guerra de poder. Una guerra donde diferentes bandos quieren colocar en la mente de la ciudadanía un mensaje verdadero o falso con la intención de captar la atención en su favor.
No es la primera vez que un comentario en un debate televisivo, una noticia periodística o un simple post en una red social se convierte en una amenaza en forma de lanza que se dirige al oponente.
Pero ¿Qué trascendencia tienen este tipo de acciones más allá de la burbuja política? Poca en la mayoría de los casos, eso sí, hay que estar siempre en guardia y con las armas preparadas para su uso cuando las repercusiones de un ataque puedan trascender más allá de ese círculo reducido y que de vez en cuando se convierte en un altavoz social.
Daniel Eskibel, amigo y psicólogo político decía en uno de sus artículos que un ataque político exitoso debe de contener al menos tres movimientos básicos:
- el primero de ellos la identificación de la fortaleza principal de la competencia política.
- el segundo de ellos ser capaces de encontrar la debilidad asociada a dicha fortaleza.
- el tercero de estos movimientos centrar el ataque de manera contundente en el punto de ruptura de la fortaleza.
Yo, además, le añadiría en qué contexto político y social se produce la agresión o arremetida desde la otra parte. Y es que, en el sutil arte de la guerra política, atacar la fortaleza del adversario lo es todo.
Estrategia política para ganar electorado
Lo fácil, rápido y esperado es atacar siempre la debilidad del contrincante y ahí siempre nos esperan tanto los enemigos como sus tropas y ejércitos. Una y otra vez vemos como la necesidad de respuesta, las prisas, la rabia o simplemente las ganas de justificar lo ocurrido en un mensaje o argumento falso, nos lleva a actuar de manera previsible.
Además, se tiende a creer que las descalificaciones, insultos, menosprecios y otras bondades del vocabulario son ataques. No lo son, eso son apartados de una agresividad lingüística de recorrido efímero en el campo de la comunicación online y tradicional.
También podemos encontrarnos con otro elemento que a veces se malentiende como un ataque en la política, el rumor. Otro de los familiares de la confusión y de la provocación que llega a provocar guerras sin sentido e innecesarias.
Pensemos en que la población en cualquiera de sus entornos más y menos cercanos, dedica solo un 5% de su tiempo diario en pensar en temas directamente relacionados a la vida política. El 95% restante está a otra cosa, con su vista y pensamiento en otros temas sociales, económicos y familiares a los que le presta mucha más atención.
Atacar en política tampoco es expresar un mal carácter a través de malos gestos, comentarios disonantes, acudir a medios de comunicación a expresar su enfado e ira contra la otra parte del tablero político. Atacar en política es mucho más serio, el ataque en política piensa en otros escenarios donde la estrategia va mucho más allá.
La estrategia del ataque en la política
«Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después».
SUN TZU, GENERAL Y FILÓSOFO CHINO
Si te das cuenta en la estrategia seria del ataque político no hay espacio para la improvisación y la reacción inmediata, ni tan siquiera contempla el atacar por atacar. Entonces ¿A qué llamamos ataque político? Al conjunto de acciones planificadas dirigidas a eliminar a nuestro adversario de su posición dominante en un lugar o temática ante la sociedad o ante nuestro público objetivo.
En la estrategia política de lucha y confrontación no hay espacio para dejarnos llevar por el impulso y las emociones, al contrario, se debe de actuar con frialdad y paciencia en la mayoría de los casos. Se ataca y se derrota al adversario con mayor contundencia cuando no se nos espera.
El ataque al punto fuerte del competidor político
Una estrategia de ataque efectiva es aquella que se dirige a la fortaleza del adversario político. Por lo tanto, lo primero que debemos hacer es conocer y muy bien cuál es ese punto fuerte del adversario. Una fortaleza que debe ser estudiada minuciosamente con lupa. La lupa, claro está, es la investigación cuantitativa y cualitativa de la opinión pública, que es lo más valioso que tiene nuestro competidor.
Otra poderosa estrategia de ataque efectiva, que puede complementar muy bien a la de ataque, la tenemos en la estrategia de la triangulación, formulada ya hace muchos años por el consultor americano Dick Norris. Consiste en apropiarse de los temas del rival y darles un enfoque propio. De esta forma le quitamos la exclusividad sobre un punto fuerte del adversario y podemos mostrar nuestra alternativa. La combinación de ambas estrategias es muy eficaz a la hora de optar a ganar contiendas electorales.
Se trata al mismo tiempo de desmontar los puntos fuertes de tu adversario en lugar de atacar los puntos débiles. Esta triangulación, adversario, nosotros, y electorado, ofrece el solucionar problemas tratando de animar a que los votantes de tu adversario puedan ver otra opción política, con el objetivo de desmovilizarlos de su idea principal, traerlos a nuestra propuesta política sin perder el apoyo de nuestros clientes habituales.
¿Cuál es la fortaleza de tu adversario? Algunos ejemplos de estrategia de ataque los tienes en:
- Alguna propuesta política estable en el tiempo.
- Su poder de controlar a la población.
- La buena gestión desde el gobierno.
- El equipo humano con el que cuenta la otra formación.
- La capacidad de convicción o de persuasión.
- Su trayectoria sin corrupción.
- Las políticas sociales en su entorno.
- El control de los medios de comunicación.
- Su relación con el mundo asociativo o lobbies.
- La capacidad de empatizar de tu contrincante.
- La experiencia o inexperiencia política.
Identifica cuál o cuales son los puntos fuertes de tu contrincante y trabaja sobre ellos, ahí está la clave, ahí encontrarás su debilidad.
Como puedes comprobar, es un trabajo que lleva tiempo, pensar con mucha objetividad y sin dejarte llevar por las emociones, aquí toca pensar con frialdad y sacar todas tus armas para la guerra política.
Dicen que la verdadera decadencia empezo en los 90´s con esto
LA #IZQUIERDA_INDEFINIDA https://anunnakibot.blogspot.com/2020/12/01-anunnakibot-la-izquierdaindefinida.html#more